Los niños que convirtieron la vacuna antirrábica de Pasteur en un éxito
- drasinea
- 3 ago 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 23 nov 2024
La explotación de niños como estrategia publicitaria no falla, incluso si se trata de un peligroso método profiláctico

Joseph Meister

Joseph Meister se hizo famoso a los 9 años cuando fue atacado salvajemente por el perro de Théodore Vonne, el bodeguero del pueblo en Maisonsgouette, Bas-Rhin.
Casi inmediatamente recibió la atención del doctor Weber, quien cauterizó las 14 heridas con ácido carbólico.
Dos días después, fue trasladado hasta la capital para ser tratado por Pasteur.
¿El perro tenía rabia?
Una versión relata que el can había sido provocado por Meister de camino a la escuela, por lo que quizá no se tratara de un perro agresivo. No obstante, se lo trató como tal y se concluyó el estado "rabioso" por los siguientes dos criterios:
Se encontró "heno, paja y pedazos de madera" en el estómago del animal.
Pasteur juzgó que el niño tenía rabia "en consecuencia de la severidad y número de mordidas".
Jamás hubo evidencia rigurosa, ni en el estudio post mortem del perro, ni en el diagnóstico clínico de Meister, quien no presentaba síntomas de rabia.
¡Había más mordidos!
Otro niño llamado Max Vonne y el dueño, Théodore Vonne, también fueron mordidos por el perro en la misma mañana del 4 de julio de 1885.
Este último acompañó a Meister y su angustiada madre hasta París, en busca del químico Louis Pasteur, pero fue rechazado en la entrada. Al final, ninguno de los Vonne recibió tratamiento y aun así, continuaron en perfecta salud.
Jean-Baptiste Jupille

En octubre de 1885 el joven Jupille, un pastor de 15 años, fue vacunado luego de sufrir severas mordidas en el brazo. Un mes atrás había salvado a un grupo de niños pequeños de un perro "rabioso".
Aunque agresivo, no había prueba concreta de que el animal padeciera de rabia. Su cadáver no fue examinado y los síntomas del chico no fueron registrados.
Aunque Jupille se cuenta como la segunda persona en recibir la vacuna, en realidad es el segundo en sobrevivir a ella. Hubo más personas vacunadas cuyo triste final se suele ignorar, como los pequeños Mathieu Vidau y Louise Pelletier, que sucumbieron ante la rabia de laboratorio.
Otros casos olvidados
Gracias a las peculiares historias de Meister y Jupille, que resaltaban el amor desprendido de una madre por un lado y el de un pequeño héroe por otro, se esparció la noticia de la nueva vacuna de Pasteur. Ahora los pacientes llegaban desde todos los rincones del mundo.
– Los niños de Newark
En Newark, varios niños fueron mordidos por un perro supuestamente rabioso, pero solo 4 fueron embarcados a París. De los que se quedaron en Estados Unidos, 2 fueron mordidos severamente. Todos se recuperaron completamente, incluso los que no fueron inoculados.
Tiempo después se supo que el perro no tenía rabia y este caso, tan mencionado en su momento, cayó convenientemente en el olvido.
– Los niños de Bradford
Desde tierras inglesas llegó un grupo traído por el doctor Hime, conformado por 4 niños, 1 niña, 1 joven y 1 adulto. Se supone que todos fueron atacados por el mismo perro que mordió a un hombre fallecido con rabia. Aunque nuevamente, no había pruebas de nada.

Todos los niños mencionados, salvo uno que había sido mordido en el párpado, fueron cauterizados casi inmediatamente después de ser mordidos.
Pasteur se jactaba en 1887 de contar solo 4 muertes en sus 726 vacunados (¡pero muchos ni habían sido mordidos!). Mientras, doctores que aplicaron la cauterización, como Youatt, no registraron una sola muerte en 400 mordidos.

Monsieur, las cauterizaciones que ha realizado deberían tranquilizarle plenamente sobre las consecuencias de la mordida. No realice más tratamiento; es inútil.
L. Pasteur
¿Cómo sabemos que Meister no debe su vida al doctor que cauterizó sus heridas, y que sobrevivir a la vacuna no fue más que un golpe de suerte?
Pasteur no era ningún tonto y sabía que las estadísticas estaban a favor de dicho método. Pero él no necesitaba convencer a sus colegas en la Academia de Medicina.
Su florido pero débil discurso estaba dirigido a la gente común, que fue fácilmente manipulada a través del miedo y el sentimentalismo. Supo aprovechar las historias de Meister y Jupille, sin las cuales, no hubiera conseguido la financiación de su inútil vacuna antirrábica.
Fuentes
Brandt, G. C. (1886). A day with Pasteur. The Lancet, 1, 948–949.
Richards, V. (1886). Hydrophobia and M. Pasteur. Calcutta : Thacker, Spink
"Inoculations antirabiques intensives et mort par la rage". Comunicación por Michel Peter, 4 Ene. 1887. Bulletin de l'Académie de Médecine, 16–23.
"Sur la vaccination antirabique". Discusión entre Grancher, Dujardin-Beaumetz, Brouardel, Peter, Vulpian y Trélat, 11 Ene. 1887. Moderado por A. Proust. Bulletin de l'Académie de Médecine, 28–66.
"Sur la vaccination antirabique". Discusión entre Brouardel, Le Fort, Peter y Vulpian, 18 Ene. 1887. Moderado por A. Proust. Bulletin de l'Académie de Médecine, 72–120.
Bibliografía
Lutaud, A. (1891). Études sur la Rage et la Mêthode Pasteur. Journal de Médecine de Paris
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